sábado, 29 de octubre de 2016

Mi experiencia con la Danza Oriental

El primer grupo de Danza Oriental en el que estuve era de adultas mayores... y yo. Iba a clases en el garaje de la casa de la familia Zaghloul, cuando aún no habían abierto la Academia Ámar. Les voy a contar lo que vi: un grupo de amigas que al final de la clase compartían café árabe preparado por la profesora... y sus propias historias. Una vez vi cómo una de las alumnas lloraba mientras bailaba. Otra cambió su aspecto. Empezó a maquillarse, a peinarse diferente... Y es que esta danza es un proceso de transformación.

La primera vez que fui a una clase fue en PROMENADE, con Prisca Zaghloul. En ese momento entendí que eso era lo que había estado buscando tras muchos años de repetir que era una bailarina frustrada.



No soy de las que sobrevive en un gimnasio más de cuatro meses. Me aburren la rutina, y el ambiente. No me gusta correr, aunque ahora muchos y muchas lo hacen. Pude encontrar un ejercicio que no sólo trabajaba mi cuerpo, sino también me llenaba el alma. Mi cuerpo cambió, y también la experiencia de bailar, de celebrar la Vida, de entender el valor de lo sagrado femenino, la sororidad, el trabajo en equipo. Ya conocía la experiencia de estar en un escenario: en el teatro cuando estuve en la U, o en la estudiantina de la escuela, o leyendo mis poemas en público, pero nunca a través de la danza.

Recuerdo que una vez llevaba un tiempo sin bailar... Perdí un poco el rumbo. Mi energía estaba baja. A los meses pude bailar de nuevo, y mientras se abría el telón y se encendían las luces, volví a sentir esa adrenalina que no hay que dejar de sentir nunca y que te hace sentir viva.



HILAL BELLY DANCERS empezó porque una compañera de trabajo creyó en mi, me vio potencial. Reuní a dos compañeras de Ámar: Idannia Flores y Andrea Gil, y por recomendación de mi amiga, bailamos en el Festival Transitarte. A partir de ese momento iniciaron las presentaciones, los eventos, las aventuras, la complicidad, los proyectos... Y es que todo fluye cuando se hace lo que se ama.

También me tocó ser profesora, e hice amigas y amigos en este camino. El primer alumno que tuve fue una lección de que hay que seguir los sueños. De hecho, era el más aplicado de la clase, el que tenía más elegancia en sus manos y mejor postura.



Durante mucho tiempo esperé ser mamá. Siempre dije que bailaría estando embarazada, y así lo hice cuando llegó el momento. Es interesante porque todavía hay mitos sobre la maternidad. Para mi bailar durante esos nueve meses fue fluir en círculos y ochos. Y más caras de terror había cuando me veían bailar con fuego o tirarme al piso. Estaba haciendo lo que mi cuerpo me pedía y eso siempre va a ser lo correcto: seguir la intuición. Así bailé durante mi labor de parto, para aliviar las contracciones u olas, como se les llama de forma asertiva. Al tratarse de una cesárea, esperé un par de meses antes de volver a bailar. Caminé, caminé mucho para que cerrara la herida. Cuando estuve lista, volví a dar clases y cree dos grupos: uno para embarazadas y otro curso postparto con bebés: quería compartir con otras mamás lo que había vivido. El curso de Belly Dance Postparto con bebés lo cocreamos juntas. Fue tan lindo ver cómo disfrutaban las bebés mientras bailábamos... Una vez bailamos con ellas dormidas: se despertaron por el aplauso.

Ahora ellas están creciendo con esta danza, experimentando con sus cuerpos, con la música, con la libertad que da el movimiento. No me interesa ser tan estricta como algunas pequeñas bailarinas rusas que he visto en You Tube. Quiero que mi hija aprenda jugando. En eso creo que la Danza Oriental es más libre, más fluida que el ballet, por ejemplo.



Creo profundamente en el proceso transformador de esta danza, en un mayor entendimiento de mis ciclos, en un autoconocimiento de mi cuerpo, de mis posibilidades y de mis limitaciones. Creo que se aprende de los y las alumnas. Creo que se aprende del montaje en grupo, de la dirección como de la cocreación. Creo que aunque no se pretenda ser bailarín o bailarina profesional, igual se puede disfrutar mucho. Siempre pregunté a mis alumnos: ¿cuál es su intención al aprender esta danza? Y teniéndolo claro se puede lograr mucho, o la danza puede contártelo, en tu propio proceso personal.